A diferencia de un juez o un árbitro, el mediador no decide quién tiene la razón, sino que ayuda a las partes a construir su propia solución al conflicto, facilitando el diálogo y la comunicación.
El mediador es imparcial: no toma partido por ninguno de los lados del conflicto. Está obligado a cumplir estrictas normas éticas y el reglamento de la plataforma.